Quiero saber,
cuando se encienden tus ojos,
qué notan los astros,
qué sienten las plantas
y las flores
ante tal resplandor,
ante tal arrebato.
Me urge saber,
cuando tus encendidos ojos
me miran,
el por qué de mi abrupto llanto,
el por qué de mi dulce y cálido sollozo.
Necesito saber
por qué he sido elegido por Fortuna
y si,
ciertamente,
realmente,
merezco tanto privilegio.