Te pienso ...

Te pienso
y tu volar
me pertenece
tanto
como yo
a tu altura.

El deseo ...

El deseo
la prisa
la sed
de ti.
La vida
el latido
la fibra
erecta.

Rompe ...

Rompe
la ola
el vaso
un corazón.
Canta
el ave
algún poeta
una voz
mi miedo.
Mírate
y sonríe.

Crisálida ...

Crisálida
promesa.
Jardín
aroma
color.
Tránsito
efímero
justa
fugacidad.

Tus manos ...

Tus manos
la caja
lo hondo
el sur.

No hay recuerdo ...

No hay recuerdo
del perfume
de las tardes,
ni de los trenes
de ida
y vuelta.
Dónde el recuerdo
de aquel primer temblor,
dónde los gemidos
y algún sollozo.
En qué memoria
habitan.

Es tal la lentitud ...

Es tal la lentitud
en el latir
que hace del ritmo
un asedio
duro e invisible,
apostado a la espera
del siguiente latido.

Haces nido ...

Haces nido, tú,
que en nada crees
y en nada te confortas.
Haces nido, tú,
aliento errante.
No sabes qué dejar y,
sin intención,
haces nido
y te preparas.
De ese vuelo o
de ese quedarte
sólo el anidar sabe algo.

Esa luz ...

Esa luz
que quiebras,
que rompes
sin fórmula ni
ecuación.
Esa luz
astillada en pedazos
y, o pero,
en todos
tú.

Siempre,ahí ...

Siempre, ahí,
el canto que canta
el desgarro.
Pobre tránsito
el del canto
ese.

Pido tregua ...

Pido tregua
y se me da
pan duro
y vino agrio.

El perímetro nocturno ...

El perímetro nocturno
acota el tiempo del placer,
el grito que pide más
es la isla rodeada de silencio
donde todo naufragio
es posible.

El límite ...

El límite
más cercano.
El, de ti,
tú, de él.

Sácame ...

Sácame
de aquí.
Dame audiencia
y daré luz. Seré
luz.
Y tú, entenderás
algo
más.

Arrodillada ...

Arrodillada
en la acera
tus ojos me miran
y, no sé si felices,
me bendicen.
Hermosa
la mañana.

Calla el canto ...

Calla el canto:
el retorno ya
es posible.
La calle empinada,
la loma pelada,
el río de caudal incierto
y el puente
que lo cruza
aparecen en el silencio
que el callar trae.