En el jardín ...

En el jardín
graveando pasos,
cabizbajos y sonrientes
todos, bajo el sol,
tan perdidos.

Huída fallida ...

Huída fallida,
el regreso.

Como pedrada ...

Como pedrada
en la frente,
la pedrada.

Un recuerdo ...

Un recuerdo
y la ausencia que trae.
Hoy, con esto,
me basta.

No entiendo ...

No entiendo
tu canción
ni el por qué
de mi llorar.
Tears. Tears. Tears.

Nada más ...

Nada más
que ancla abstracta,
el canto.

Se enciende la vela ...

Se enciende la vela
y qué ilumina
sino otras velas apagadas,
derretidas en un antes
que lo mismo
iluminaron.

Basta ...

Basta,
aunque no siempre,
una ventana atinada
y un mar al fondo,
visible
y a su aire.

Cómo el recato ...

Cómo el recato
permite la dispensa
de tan tristes versos.
Ellos, los versos,
nada dicen
de ansias contenidas,
ni muestran el temblor
de unos labios
que niegan el beso.
Ellos, los versos,
tan insolentes.

No pasa el tiempo ...

No pasa el tiempo
para perderse.
Soy yo
quien se pierde
y pasa.

Leo ...

Leo

"Eras, instante, tan claro".

Y ya no sé
qué hacer
con mi afán,
ni lo que de mí
espero.

Necesidad, otra vez ...

Necesidad, otra vez,
de coplas.
Cómo era
que un río
al mar iba a dar.

Así, toda espera ...

Así, toda espera,
cumple su propósito
de incertidumbre.

El cantar ...

El cantar,
en su quehacer,
se hace canto.
Ahí queda transido,
mudo,
en suspenso siempre
y, sin porvenir,
esperando.