Rompe la voz ...

Rompe la voz
y la piedra estalla.
Lloran arena 
todos los ojos.

Te niego ...

Te niego.
Con las manos en los bolsillos,
te niego.
Y tú, en mi negación,
creces
y te afirmas
como una certeza
absoluta.

Siempre el miedo ...

Siempre el miedo.
Ese miedo, no el otro.
No el que asusta
o espanta.
Es ese miedo
que acompaña,
alberga,
hospeda y acoge.

Que sí ...

Que sí.
Que sí
que los hay,
corazones
de piedra
y ojos
de cristal.

El eco ...

El eco
y su segunda
oportunidad.

Canto sin tristeza ...

Canto sin tristeza
y el canto es triste.
Canto y la célula
no siente la alegría.
Canto sin fe y,
muerto el muerto,
no duele ya la herida:
ni la de la frente
ni la otra.

Pasa a distancia ...

Pasa a distancia
la vida con sus ritmos
ajena a este latir
hueco y mudo.
Corro tras ella
en vano.

Comprender el fondo ...

Comprender el fondo
de una mentira dicha con piedad.
Traer al frente el juicio
como trae la primavera
sus flores
y el invierno trae
sus fríos.
Traer al frente el juicio
con naturalidad
pero sin inocencia.
La mentira,
qué forma tan extraña
del decir.

Es posible que el silencio ...

Es posible que el silencio
que acoge lo que no se dice,
lo que no se dijo
y lo que nunca se dirá
contenga las palabras necesarias,
las mudas explosiones de ternura,
el hechizo de la música y su pauta
y ahí, en ese lugar,
todo esté bien.

Vuelve de muy atrás ...

Vuelve de muy atrás
el recuerdo claro
del acorde y del grito.
Juegos tempranos
con la brisa en la piel
y los pies descalzos.
Vuelve el acorde y,
con él, el grito.
Vuelve el recuerdo
con vocación de regreso.

No sé si esta brisa ...

No sé si esta brisa
es alimento del alma
o, como el lenguaje de la tórtola,
recurso del aburrimiento
que, al fin, nada significa.
Un pasar sin pena
inventando una forma de ocio
que es huida más que encuentro.

Braceo y transito ...

Braceo y transito
del volumen a la superficie,
de lo cúbico a lo cuadrado,
de lo envolvente
a la piel.

Ego clamavi ...

Ego clamavi. Y
trae el canto
lo que a la luz
le falta.

Vuelvo a ...

Vuelvo a
tumbarme.
El pulgar en
la boca. Y yo
un ovillo.
Nada
me acuna.

Casi no poder más ...

Casi no poder más,
no soportar el peso
de unas alas cansadas,
no comprender ya
la calidez de los vientos
ni las corrientes sendero. Y,
aun así,
volar. Sí. Volar
con alegría.

Aliento fresco ...

Aliento fresco
el de tu boca.
Tus labios tan
frescos.
La frescura
en tu voz,
llamándome.

Luz ...

Luz
que no se da.
Tristeza
que no renuncia.
Tiempo, tú,
ingrato.

La moneda ...

La moneda
el agua fría.
Si cara
suerte
si cruz
la del otro.
Moneda
fuente
y el agua
cuna.